Vendí todos mis discos. Música y vida Vol. 2


«El blues de la frontera» es el punto creativo mas alto del tandem Amador, Rafael y Raimundo, o mejor dicho Pata Negra. Considerado por todos uno de los mejores discos españoles de los últimos 30 años y el VII mejor album español del siglo XX.

Yo lo tuve en vinilo y como un idiota moderno con la cabeza perdida lo vendí. Lo vendí con toda mi colección de vinilos, cegado por la llegada del CD, ya nada fue igual.

Recuerdo que el primero de mis amigos que tuvo cd te los enseñaba y te decía: ademas sirve de espejo, mira como brilla. Y con el cd se perdió aquel sonido a huevo frito que ahora con los años se me hace gustoso.

He intentado en Madrid comprar el vinilo original de la época (Año 88) de «El blues de la frontera» y me han llegado ha pedir 50 euracos………………..Yo si soy tontooooooooo. Como me arrepiento de haber vendido uno de los mejores discos del pasado siglo.

Bueno, lo tengo en Cd original, en Spotify, en Itunes, en mp3, en la nube y si quiero en el hilo musical del ascensor, pero no tengo mi vinilo original y eso es lo que mas duele a los frikis de la música como yo.

Los mas listos del lugar no se dejaron llevar por los cantos de sirena del maldito Cd y guardaron su colección como oro en paño, pero otros nos dejamos arrastrar y nos llevó la marea.

Ahora me arrepiento, pero ya es tarde para intentar recuperar aquella colección de vinilos, sobre todo porque es económicamente muy peligroso.

Tantas y tantas mañanas esperando en la oficina de correos a recoger mi paquete de discos de Discoplay como esperaba Mark David Chapman a que Lennon bajara a la farmacia a por lo suyo.

Mis pedidos de discos eran muy locos, muy variaditos. Pienso que dentro del paquete vendría discutiendo Michael Jackson con Kortatu, Ilegales, La Dama se esconde y Mike Oldfield (todos tenemos un pasado).

A cada disco le daba una dedicación plena, me sabía de memoria los créditos, que músicos habían grabado cada instrumento, los autores de cada canción y los escuchaba leyendo las letras desconectado absolutamente del mundo. Un mundo mucho mas tranquilo, sin mensajes de Whatsapp y sin notificaciones. Un mundo a menos velocidad, un mundo que te dejaba vivir las canciones.

Cuando salio el disco de Pata Negra yo tenía 16 años y disfrutaba las canciones, no las consumía como el toner de una fotocopiadora, no pasaba una y después otra y me pillaban pensando en otra cosa, de eso nada, ese tiempo era para las canciones.

A los discos les dábamos muchas oportunidades. Un amigo te decía: a la primera no entra, hay que escucharlo mas veces y le hacías caso porque un disco costaba mucha pasta para dejarlo abandonado a la primera escucha como ahora hay cientos y miles de canciones en las papeleras de reciclaje de millones de ordenadores en el mundo.

Cuidábamos el trabajo final del artista, tanto que le poníamos hasta una funda de plástico para que no se estropearan. Que tonto fui, los vendí nuevos.

Pero como dice una de las grandes canciones del disco «El blues de la frontera»: Pasa la vida.

El blues de la fronterapata_negra-blues_de_la_frontera(2)

MÚSICA Y VIDA: los 80 vol. 1


A finales de los 80 mi habitación estaba llena de posters, la verdad es que no eran posters, eran fotocopias de las portadas de vinilos que me compraba o que me había dejado algún amigo. Con cuatro chinchetas pegaba estos carteles estratégicamente, desde mi cama podía observar la foto interior que aparecía en ese disco mítico «Camino Soria» de Gabinete Caligari o podía ver a Eduardo Benavente exaltando lo gótico en la portada de «El Acto» de Parálisis Permanente.

Recuerdo la portada de dos discos míticos en mi habitación «Kaka de Luxe» y «Ejecutivos Agresivos», dos de aquellos grupos seminales de la movida que tocaban regular pero tenían algo que llegaba, dos de aquellos grupos que no volvieron a grabar ningún disco pero que todos sus miembros tuvieron grupos de éxito ( Radio Futura, Gabinete, Alaska y los pegamoides, La Mode, Derribos Arrias, Décima Víctima)

Todo lo que sonara a movida madrileña me gustaba, todo lo que sonara a rollo no comercial me gustaba. Tampoco tenía mucho criterio, mas allá de aprenderme el Discoplay que recibía mensualmente en mi buzón y algún libro que había conseguido en una feria del libro antiguo sobre la movida de Jesus Ordovás.

Mi madre no podía entender que su hijo llevara botas militares en verano y sobre todo que solo tuviera camisetas negras.

A mis ídolos de aquella época solo los veía vestir de negro, al poco tiempo vestirian de colorines como hicimos todos. Joy Division me marcó, los conocí poco despues de la muerte de su cantante Ian Curtis justo cuando formaron  New Order, q por cierto ha sacado disco nuevo que tendré que pegarle una escucha en Spotify pero seguramente me de un poco igual.

Antes he mencionado a Décima Víctima, aún los sigo escuchando, llevaban el rollito Joy Division por bandera pero me molaban porque entendia lo que decían las letras.

Acababa la década y vi un concierto que me marcó,  LAGARTIJA NICK, aún no habían sacado lo que íba a ser su primer disco «Hipnosis», pero aquello me dejo impactado, menuda descarga de rock oscuro y que manera de tocar por Dios Santo. El concierto era en una sala marbellí y empezo tardísimo, casi de madrugada, menos mal que dije en mi casa que me quedaba a dormir en casa de un amigo, creo que para estudiar.

Lagartija Nick me descubrio a Bauhaus y a Love and Rockett, con los que pasé largas tardes cambiando de cara mi TDK de cromo en el walkman. (Continuará)

Gabinete Caligari _ Camino Soria _ LP04

Paralisis_Permanente-El_Acto-Frontal

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